Tras visionar una conferencia del pedagogo Francesco Tonucci, llamado
también "Frato", he de decir que me ha hecho reflexionar
bastante. Decididamente, no estoy de acuerdo con la escuela actual. Estoy
totalmente convencida de que debemos de hacer algo para cambiarla y sé que,
ciertamente, se pueden hacer muchas cosas para conseguirlo. Por eso, busco
continuamente referentes que me inspiren, que me aporten cosas
positivas, nuevos conocimientos, nuevas ideas, nuevas reflexiones... Nunca me
gustó la conformidad, por eso defiendo totalmente la necesidad de cambiar
radicalmente el tipo de escuela imperante para lograr mejorarla. Tal como dice
Tonucci, creemos que la escuela "ha cambiado" por el simple hecho de
que nuestros políticos modifican y derogan habitualmente las leyes educativas,
pero si profundizamos y pensamos verdaderamente... ¿de verdad la
escuela se ha transformado? Coincido con Tonucci en que no. Al fin y
al cabo continúa siendo un sistema selectivo, en el que unos
alumnos son recompensados y otros son castigados. No creo que sea justo ni
adecuado para el proceso educativo y de aprendizaje de un niño. No se potencian
las aptitudes, no se fomentan las habilidades artísticas, sino al contrario, se
hace hincapié en los puntos débiles de los niños y desvaloriza fuertemente el
arte. ¿Por qué no dar importancia a aquello que verdaderamente nos hace
mantenernos vivos? La música, la pintura o la danza deberían constituirse,
claramente, como parte esencial de la educación de los niños del mañana. ¿Dónde
quedó la creatividad, la imaginación o la subjetividad? No puede ser que por
culpa de la educación que reciben los niños en la escuela, muchos de ellos
piensen que "no valen para nada o no sirven para los estudios",
porque pienso que cada niño está hecho para una actividad o rama determinada, a
cada niño se le da bien algo diferente. El objetivo del maestro es
encontrar esas habilidades y potenciarlas, nunca esconderlas o dejarlas en el
olvido. De esta manera, me parece muy acertada la propuesta de
Tonucci, de la creación de talleres, ya que cada niño podría centrarse en
aquello que le gusta, aquello que le interesa y con lo que tiene mayor
facilidad. Todos los niños se ayudarían entre ellos, apoyando al otro en
aquella rama que mejor domina. Todos adquirirían un rol importante y
no existiría esa desagradable "selección". Puede que nos resulte tarea
complicada pensar en ideas de este tipo, pensar en la no existencia de
exámenes, pensar en otro tipo de escuela... Esto es porque desde que nacemos
estamos inmersos en una cultura que hace que interioricemos estas
ideas sin ni siquiera dejarnos planteárnoslo. Sin embargo, el cambio es
posible. Muchas escuelas y maestros de otros países o de nuestro propio
país mantienen la ilusión de una educación diferente, llevando a cabo una educación
por proyectos o una metodología diferente a lo
predominante y... ¡Funciona!
No puede ser que muchísimos niños vayan a la escuela sin ganas y por obligación... Está claro que algo estamos haciendo mal. La escuela, como dice Tonucci, debería ser un lugar placentero y divertido, donde el aprendizaje siempre sea bienvenido. Para todo esto, también es necesario que escuela y familia vayan de la mano. Se complementen y estén en total feed-back continuamente. De hecho, ambos son agentes de socialización imprescindibles. Es importante el apoyo de las familias a los maestros y no siempre posicionarse de antemano de parte del niño/a, porque... ¡No siempre lleva la razón! En este aspecto, los padres deberían reflexionar y saber que no deben decir al niño "sí" siempre. Esto nunca lleva a una correcta y buena educación.
Cada familia tiene unas
circunstancias o características socio-económicas diferentes y nunca sabemos la
educación que los niños reciben por su parte, por tanto, la escuela debe
ser garantía segura de una educación de calidad, dando una
serie de bases culturales a los niños, incluyendo los valores
morales. Utilizando el mismo argumento, Tonucci rechaza todo tipo
de deberes, con lo que no podría estar más de acuerdo. La misión del
docente es estar ahí cuando el niño/a trate de hacer la tarea, para ayudarlo en
todo momento, guiarlo y reforzarlo. En cualquier caso, existe tiempo
suficiente en clase para realizar las tareas que el maestro requiera.
Los niños deberían dedicar sus tardes a ellos, a jugar, a reír, a disfrutar, a
vivir. Así, el próximo día compartirían sus experiencias con lo compañeros...
¿No son suficientes las cinco horas mínimas que los alumnos deben estar en el
colegio?
Las palabras de Francesco Tonucci me han resultado muy inspiradoras; me hacen ver que es posible crear una escuela diferente, donde los niños puedan disfrutar aprendiendo, que al fin y al cabo es lo más importante.
Para poder ver la conferencia de Francesco Tonucci en el Parque de las Ciencias de Granada, este es el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=IQHNuvjKWaE
Laura, me llena de satisfacción tu trabajo. No creas que estoy de acuerdo con todo lo que dices, pero eso lo discutiremos con tus compañeros y con tus compañeras en clase. Lo que me gusta es la soltura con la que analizas, opinas y argumentas. Espero mucho de una maestra como vas a ser tú. Enhorabuena.
ResponderEliminarPues sí que produce satisfacción encontrarse en primero con estudiantes críticos con esta capacidad de reflexión. Espero que en los próximos cuatro años no seamos capaces de quitarte esa energía y esa motivación ... Disculpa la injerencia; es lo que tienen los blogs, que todo el mundo, incluido un profesor a la deriva como yo, lo lee y recarga pilas para seguir trabajando.
ResponderEliminarEs lo que tienen los blogs... Que nos salimos del campus virtual para que todo el mundo pueda verlos y comentarlos. Gracias, Iván, por el tuyo.
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